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CONSTRUCCIÓN DEL EDIFICIO DE LA ESCUELA CENTRAL DE LA RESERVA AÉREA EN EL AERÓDROMO DE COLLIQUE. AÑO 1942

EL AERÓDROMO DE COLLIQUE: DONACIÓN, SÍ SEÑOR.

Mostramos en esta publicación los documentos históricos que prueban inequívocamente que el aeródromo de Collique nace de una donación. No se trata de un regalo o “liberalidad” (en términos de leguleyos), o de que el Estado montó un espectáculo para conseguir bienes inmuebles susceptibles de ser sacrificados en obediencia dogmática a la oferta y la demanda, de la que se valió Alan García y compañía para hacer viviendas por montones a costa de quitarle a Lima, y particularmente a Lima Norte, infraestructura aeronáutica y pista de aterrizaje que hoy tanta falta nos hacen para enfrentar al coronavirus.

Publicado: 2020-04-13

El aeródromo de Collique hoy en día está enterrado por los conjuntos habitacionales Ciudad Sol El Retablo y Los Parques de Comas*, de DHMont y Viva GyM, respectivamente. Esta última inmobiliaria es de Graña y Montero, la socia de Odebrecht en el Perú y del reo José Graña Miró Quesada “Pepe Graña”. Sin embargo, la contundente historia del aeródromo, que todavía es crónica por las cuentas pendientes en el Poder Judicial, puede más que las toneladas de cemento clavadas sobre su territorio.

Los documentos históricos que mostramos en esta publicación nos enseñan que el aeródromo de Collique no aparece por arte de magia o por la generación espontánea de la que hablaba Aristóteles, sino por una colecta pública que cerró con broche de oro al momento de que el aeródromo se inaugura y se entrega en calidad de donación al Estado peruano un 29 de octubre de 1944. En esa fecha todavía no habíamos padecido a un Alan García, a un Fujimori**, a un Toledo, etc. como para imaginar que hasta un patrimonio nacional llegue a ser víctima de la más vil de las ambiciones, incluso de quienes debían defenderlo y sin considerar el grave daño que hace a una nación la mutilación territorial, como si el Perú mereciera una versión del siglo XXI del infame tratado de Ancón.

DOCUMENTOS DE LA DONACIÓN

El área del aeródromo de Collique abarca aproximadamente 64 hectáreas (probablemente el último rezago de fundo en el siglo XXI en el caso urbano limeño) y formó parte del fundo Chacra Cerro, lugar que por sus condiciones geográficas y fácil llegada fue escogido para que sea la sede de la Escuela Centra de la Reserva Aérea, institución promovida por visionarios de la aviación civil peruana. Un excepcional proyecto que puso como prioridad la educación (tan precarizada por los últimos gobiernos democráticos) para que el país pueda exportar al mundo pilotos civiles. Además de dotarle con moderna infraestructura para ofrecer servicio de transporte aéreo y, sin querer queriendo, le dieron a Lima Norte, un pulmón verde.

Y es que existieron promotores de la construcción del aeródromo de Collique quienes sumando esfuerzos conformaron la Liga Nacional de Aviación (LNA), encabezados por el alcalde de Lima Luis Gallo Porras. Fue esta agrupación la que se encargó de impulsar una colecta pública a nivel de todo el territorio peruano con la finalidad de tener un capital suficiente para que sea invertido en la construcción de la Escuela Central de la Reserva Aérea (con pista de aterrizaje incluida) en medio de la guerra contra Ecuador.

El caso de la LNA es probablemente la mejor excepción frente a la negra regla peruana de que el país no está próximo a ser una verdadera nación y que las pocas veces en que los peruano(a)s se han unido ha sido por eventos esporádicos (como un mundial) y sin proyectos a futuro. Y es que este grupo encabezado por Gallo Porras recorrió todo el territorio peruano, Costa, Sierra y Selva, para exponer la importancia de que el Perú cuente con una Escuela Central de la Reserva Aérea; los peruanos en lo que duró esa recaudación (poco más de 2 años) donaron de sus bolsillos a esta portentosa causa. Desde empresarios hasta peones, desde el presidente Manuel Prado hasta escolares. Incluso aportó con sus caudales el héroe FAP José Abelardo Quiñones antes de morir.

En cuanto a cifras oficiales, aproximadamente 500,000 peruanos fueron los que donaron dinero propio para los fines de la LNA. Con el dinero colectado, la LNA compra a la Sociedad Agrícola Infantas y Caudivilla Limitada (quienes incluso bajaron el precio de venta por tratarse de una causa patriótica) un área de 22 fanegadas del fundo Chacra Cerro, extinta más adelante a causa del verdugo de las haciendas peruanas, el general Juan Velasco Alvarado, quien por más dictador que fuera y por más que se haya convencido de la "redistribución de la riqueza", no se hubiese atrevido a vender Collique para hacer viviendas.

Esa compra-venta quedó registrada en una escritura pública ante un notario público; en tiempo récord se terminó de construir el edificio de la escuela, el campo de aterrizaje y demás instalaciones aeronáuticas, que antes de su inauguración, eran de propiedad de la LNA.

La gloriosa liga vio con buenos ojos al Estado peruano de Prado Ugarteche, por tener en sus filas a autoridades con vocación de servicio, no contaminados por la cleptocracia ni por la errada idea de la “redistribución de la riqueza” y con un convencimiento (hoy extinguido) de que la aviación civil es el boleto para que el Perú salga del subdesarrollo y de su masoquista sistema de transporte terrestre.

En la historia de Collique la escritura pública de donación es prescindible porque un evento de tal magnitud, con años de esfuerzo, no se podía reducir a una corriente escritura pública, como si se tratase de donar cualquier terreno. Collique no merecía entregarse con una escritura que fácilmente podía “desaparecer” de los archivos históricos, por ello que se hizo la excepción, y se celebró una ceremonia pública en el mismo aeródromo, un domingo 29 de octubre de 1944. Un evento al cual la asistencia de un notario estaría de más, porque ninguno de estos registradores ocupa espacio en la jerarquía que manda la Constitución, donde el presidente está a la cabeza del Estado, y quien como jefe de tal, puede validar, con su asistencia, una ceremonia oficial.

Por cierto, esa excepción, de prescindir de escrituras públicas para donar bienes inmuebles, tenía el visto bueno de la jurisprudencia peruana de la época***, que indica claramente: “No se requiere que la donación inmobiliaria se haga por escritura pública, si se llevó a cabo en sesión pública en una institución”.

Y queda claro que este acontecimiento no quedó en recuerdos de sus asistentes para morir en rebuscados mitos, sino que el diario oficial del país, “El Peruano”, dio cuenta de la celebración de la entrega del aeródromo de Collique en su edición del martes 31 de octubre del mismo año. De manera que la tinta tampoco fue ajena a la entrega del aeródromo de Collique.

En suma, la donación de Collique que hizo la LNA al Estado peruano se hizo con una excepción (ceremonia en lugar de escritura) no divorciada de la ley, entendible para ese contexto, y se selló como un contrato de donación cuando Luis Gallo Porras y Manuel Prado Ugarteche se dieron las manos y mostraron la placa de inauguración de la Escuela Central de la Reserva Aérea (hoy la decaída EDACI). Un acto jurídico sin cláusulas más que los principios de moral, ética y patriotismo del presidente de turno que se haga cargo del aeródromo Collique y la obligación implícita de administrar Collique con el único propósito de hacer aviación civil. Es una herencia que nunca careció de validez, y no una sucesión intestada, como quieren hacernos ver los “amigos de la construcción”, que pueda dar pie a cualquier clase de herederos que puedan reclamar dicho patrimonio para hacérselo suyo.

La LNA deja de funcionar pero su presidente, Luis Gallo Porras, para poder facilitar la inscripción del terreno en los Registros Públicos (no existía SUNARP, ojo) y que los derechos de propiedad no queden en el limbo, declara que esos terrenos y derechos fueron adquiridos para el Estado y con el producto de una colecta pública. Entendiendo que cuando habla de Estado, se refiere al concepto de nación jurídica y políticamente organizada, y que por tanto, el beneficio es para el país y no para las cuentas o patrimonio de un ministerio o institución estatal en particular.

Como la propiedad del aeródromo de Collique no podía quedar acéfala, ya que el Estado en sí no existe, es un conjunto de instituciones (o sino que alguien nos diga dónde está la dirección del “Estado” para visitarlo) el presidente de la república Manuel Prado firma una resolución suprema en el cual inscribe la propiedad a favor del Cuerpo Aeronáutico del Perú, convertido años más tarde por el presidente Manuel Odría en la Fuerza Aérea del Perú. Dejando en claro que esta institución militar no es quien compró el terreno, sino la LNA, con fondos obtenidos por una colecta pública, y que esta entregó las instalaciones al Estado peruano.  

Continuará…

CIFRA OFICIAL: 500,000 PERUANOS (ver página 18 del PDF) (Para ver el documento en HD hacer clic aquí)

* El proyecto inmobiliario "Los Parques de Comas" está conformado por los condominios:

1. Los Girasoles

2. Los Laureles

3. Villa Jacarandá

4. Las Magnolias

5. Alborada Club Residencial

6. Los Nogales

7. Villa Los Molles

La infamia nunca había tenido tantos nombres.

** Paradójicamente, Fujimori y Montesinos se opusieron a la venta del aeródromo Collique.

*** Sentencia del 24 de agosto de 1940, "A.J.", 1940, 109 y ss. Citado por Jorge Eugenio Castañeda Peralta en su obra Código Civil Concordancias y jurisprudencia de la Corte Suprema. Tomo II. 6° edición, Lima, 1978, p. 189.



Escrito por

Dylan López Encarnación.

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Publicado en

El caso Collique.

La venta del aeródromo de Collique no es una historia negra que debemos olvidar, es una crónica que está más que viva. Publicamos aquí.